En la Mesa de la Reconciliación: La Diáspora Puertorriqueña y el Llamado a Dar la Bienvenida
- Mygration Christian Conference
- Apr 20
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Updated: 7 hours ago
por Orlando Morales Cintrón, Gorden-Conwell Theological Seminary

Hablar de la relación entre Puerto Rico y los Estados Unidos es complejo y podría justificar un artículo por sí solo. Una descripción acertada podría ser: “ciudadanos, pero extranjeros.”[1] Desde el 25 de julio de 1898, cuando Estados Unidos invadió Puerto Rico durante la Guerra Hispanoamericana, la isla ha permanecido bajo control estadounidense. Antes de eso, Puerto Rico había sido una colonia española desde el siglo XVI. Tras la derrota de España, la isla fue oficialmente cedida a Estados Unidos mediante la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898. Hasta el día de hoy, Puerto Rico sigue siendo un territorio de los Estados Unidos. Desde el 25 de julio de 1952, Puerto Rico ha sido reconocido por los Estados Unidos y la comunidad internacional como el “Estado Libre Asociado de Puerto Rico.” Este estatus de Commonwealth le otorga al gobierno puertorriqueño control sobre ciertos asuntos internos; sin embargo, la isla continúa estando bajo la soberanía y jurisdicción del gobierno federal de los Estados Unidos.
La historia de Puerto Rico está marcada por muchos eventos, pero uno que cambió drásticamente su trayectoria fue la Ley Jones-Shafroth. Aprobada por el Congreso en 1917, esta ley extendió la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños.[2] Además de conceder la ciudadanía, la Ley Jones-Shafroth sometió a todos los puertorriqueños a las leyes federales de Estados Unidos y les otorgó acceso a ciertos derechos y protecciones bajo la Constitución. Sin embargo, curiosamente, los puertorriqueños no gozan de plenos derechos políticos, como el derecho a votar en las elecciones presidenciales o tener representación con voto en el Congreso. Esta legislación, tan importante y significativa, es fundamental para comprender la relación actual entre Puerto Rico y Estados Unidos, así como la manera en que los puertorriqueños se perciben a sí mismos.
Mitos sobre la ciudadanía y la inmigración
La falta de información y la discriminación racial —disfrazada de frases como “los queremos, pero no demasiado cerca” o “son bienvenidos, mientras trabajen”— lamentablemente también ha sido expresada por puertorriqueños en la diáspora. En ocasiones, los puertorriqueños no comprenden la complejidad del proceso migratorio ni las experiencias que enfrentan los migrantes hoy en día. Un comentario que refleja uno de los mitos más comunes sobre la migración es: “¿Por qué no entran legalmente? El proceso es fácil.” Este mito presenta la inmigración y el ingreso al territorio estadounidense como un proceso “fácil” y “accesible” para todos. Pero lo cierto es que entrar legalmente —y aún más, llegar a ser ciudadano estadounidense— es un proceso riguroso, complejo y agotador.
Además, durante ese proceso, muchos migrantes experimentan abuso por parte de personas en posiciones de poder que se aprovechan de su vulnerabilidad.
Lamentablemente, he escuchado a algunos compatriotas puertorriqueños decir cosas como: “No entran legalmente porque son brutos o simplemente vagos.” Estos comentarios son preocupantes porque revelan una profunda falta de entendimiento sobre la realidad migratoria. Pero, ¿acaso nuestro privilegio y estatus como ciudadanos estadounidenses nos excusa de la responsabilidad de estar bien informados sobre temas críticos, como la inmigración, antes de emitir una opinión?
Como cristiano y puertorriqueño, mi respuesta es NO. Las Escrituras nos mandan a amar a nuestro prójimo y al extranjero como a nosotros mismos (Mateo 22:39; Levítico 19:18), especialmente porque, al igual que el pueblo de Dios, también nosotros fuimos forasteros alguna vez (Levítico 19:34; Éxodo 22:21). Cuando actuamos o hablamos de esta manera, dejamos una mancha lamentable en el testimonio de la Iglesia.
La obra del Espíritu contra la hostilidad
Hemos abordado una triste realidad presente entre algunos puertorriqueños que actúan con hostilidad hacia sus hermanos y hermanas hispanos en temas de migración. Este tipo de comportamiento a menudo nace de la desinformación y de la influencia de narrativas discriminatorias que alimentan “mitos migratorios”. Como creyente cristiano y puertorriqueño, creo que es posible ofrecer una narrativa mejor. Dios nos llama a ser una comunidad que refleje la naturaleza y el contenido del reino de Dios entre nosotros, a través de la reconciliación fundada en Cristo.[3]
La relectura que hace Samuel Solivan de Hechos 2 propone un significado que “va más allá de la glosolalia (hablar en lenguas) como empoderamiento para el servicio, y se dirige hacia una apreciación de un contexto más amplio de afirmación de la diversidad cultural, étnica y lingüística.”[4] Según el Centro de Investigaciones Pew, el 58% de los protestantes en Puerto Rico se identifican como “pentecostales.”[5] Muchos de estos creyentes pentecostales migraron a los Estados Unidos tras la devastación del huracán María, la crisis política del verano de 2019 y la pandemia de 2020. De hecho, la Oficina del Censo de los Estados Unidos informa que 123,000 puertorriqueños se trasladaron permanentemente a EE.UU. después del huracán María.[6]
En múltiples conversaciones personales con pastores pentecostales en la isla, ellos reconocieron el impacto que las dinámicas migratorias han tenido sobre sus congregaciones. Surge entonces una pregunta clave: ¿Cuántos de estos miembros de iglesia, ahora reubicados en los Estados Unidos, están actuando con hospitalidad hacia sus hermanos y hermanas hispanos? Una vez más, una relectura de Hechos 2, como la que propone Solivan, nos invita a ver Pentecostés como una invitación a afirmar y apreciar la diversidad cultural. Como cuerpo de Cristo, estamos llamados a actuar con acogida, como reflejo de la diversidad que el Espíritu permite y crea.
Vayamos juntos a la Mesa
El teólogo puertorriqueño en la diáspora, Wilmer Estrada-Carrasquillo, propone en su libro Hacia Una Eclesiología Hispana-Latina un marco eclesiológico para los hispanos, moldeado por la Trinidad, la familia y la Mesa del Señor. Su sacramentalidad pentecostal en este enfoque es particularmente reveladora, ya que muestra cómo la Mesa es un lugar de encuentro con Jesús, empoderado por el Espíritu, donde las hostilidades se derrumban y la hospitalidad florece. En palabras de Estrada-Carrasquillo: “Cristo y el Espíritu Santo están unidos en el evento de la Eucaristía, y al mismo tiempo, unen a los participantes con Dios y entre ellos mismos.”[7] En la Mesa del Señor, los mitos pueden ser derrotados, la división puede ser sanada, y Jesús es encontrado y proclamado en la fiesta con su gente.

SOBRE EL AUTOR:
Orlando Morales Cintrón es un puertorriqueño que reside en Hawái, felizmente casado con Génesis Isaac De León. Posee una Maestría en Ciencias en Consejería Psicológica con enfoque en Familia y actualmente cursa una Maestría en Estudios Teológicos en el Seminario Teológico Gordon-Conwell. Es profesor adjunto de Psicología en UNILIMI y profesor adjunto en la Universidad Chaminade de Honolulu. Además, sirve como líder de jóvenes en IDDPMI Honolulu.
Notas Finales:
[1] Juan Gonzalez, Harvest of Empire: A History of Latinos in America (Hudson Street, NY: Penguin Books, 2011), ch. 4. https://research-ebsco-com.dtl.idm.oclc.org/linkprocessor/plink?id=82dae062-3a56-3b8c-91d0-03c34c95b50b.
[2] César J. Ayala and Rafael Bernabe, Puerto Rico in the American Century: A History since 1898 (University of North Carolina Press, 2007), 57.
[3] Samuel Solivan, “The Holy Spirit – Personalization and the Affirmation of Diversity: A Pentecostal Hispanic Perspective”, Teología en Conjunto: A Collaborative Hispanic Protestant Theology, ed. José David Rodríguez and Loida I. Martell-Otero (Louisville, KY: WJK Press, 1997), 56.
[4] Solivan, 57.
[5] Pew Research Center, “Chapter 4: Pentecostalism,” Religion in Latin America: Widespread Change in Historically Catholic Region, (Nov. 13, 2014).
[6] Jason Schachter and Antonio Bruce, Estimating Puerto Rico’s Population After Hurricane Maria, United States Census, (August 19, 2020). https://www.census.gov/library/stories/2020/08/estimating-puerto-rico-population-after-hurricane-maria.html
[7] Wilmer Estrada Carrasquillo, Hacia una Eclesiología Hispana-Latina: Una respuesta a la mcdonaldización (Cleveland, TN: Centro Estudios Latinos Publicaciones, 2018), 88.
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