¿Qué harías tú? Las decisiones sagradas de los desplazados
- Mygration Christian Conference

- Jul 15
- 5 min read
por Micah Schuurman

Estoy escribiendo esto desde una esquina de una gran cafetería en Los Chiles, Costa Rica, un pueblo fronterizo con Nicaragua. El lugar se llama Casa Esperanza y atiende a personas en situación de movilidad.
Cuando visité Casa Esperanza hace nueve meses, la mayoría de las personas se dirigían al norte, con la esperanza de solicitar asilo en los Estados Unidos. Ahora, todos van hacia el sur, después de que la frontera se cerró el 20 de enero.
La mayoría de las personas migrantes son de Venezuela. No querían irse, pero se vieron obligadas a hacerlo. Si un miembro de tu familia hubiera sido asesinado por el gobierno y la policía comenzara a buscarte, ¿qué harías tú? Si fueras diabético y en tu farmacia local no hubiera insulina, ¿qué harías?
Cerca de 8 millones de venezolanos (más de una cuarta parte de la población) han tenido que abandonar su país. Aproximadamente el 80 % se fue a Colombia, Brasil o Perú. Pero otro 20 % se dirigió al norte. Ahora que el norte está cerrado, ¿a dónde irán? Colombia y Brasil tienen altos niveles de violencia por parte de pandillas. Perú es bastante xenófobo. ¿A dónde irías tú si estuvieras en su lugar?
Los peligros de migrar
Una tarde, estuve jugando a la fantasía con unas niñas mientras su madre tenía una cita con una profesional de salud mental. En un momento, imaginamos que estábamos siendo atacadas por piratas. Yo fingía tener miedo, hasta que la niña más pequeña empezó a tranquilizarme repetidamente: “Él no tiene una pistola, así que no me preocuparía.”
Me detuve. Nuestro juego había tomado un giro serio. Me pregunté cuántas veces habrían visto estas niñas a sus padres siendo amenazados con armas durante sus viajes por las selvas de Panamá y los desiertos de México. ¿Eran los hombres armados parte del crimen organizado o agentes del gobierno? En algunos lugares es difícil notar la diferencia. Estas niñas definitivamente habían visto cadáveres a lo largo del camino. ¿Habrán visto morir a alguien? Nuestro juego imaginario se había vuelto muy real.
Es difícil encontrar datos confiables sobre la violencia sexual que enfrentan las personas migrantes. En el extremo más bajo, el presidente Trump afirmó varias veces durante su primer mandato que una de cada tres mujeres era agredida durante el trayecto. En el extremo más alto, el ahora desaparecido canal de televisión Fusion reportó que hasta un 80 % de las mujeres sufren algún tipo de violencia sexual al cruzar México. Nadie lo sabe con certeza. Pero los peligros son tan reales que muchas mujeres toman anticonceptivos como medida preventiva antes de migrar. Mi mente volvió rápidamente a las niñas que jugaban conmigo en Casa Esperanza. Las miré y se me hizo un nudo en el estómago. ¿Qué tan pequeña debía ser una niña para estar a salvo de semejantes horrores?
Gran parte del discurso tanto en Estados Unidos como en Costa Rica se enfoca en los peligros que supuestamente representan las personas migrantes. Hay algo de verdad en eso. Las personas en situaciones desesperadas, a veces, se ven obligadas a hacer cosas desesperadas para sobrevivir. Toda población tiene un pequeño grupo de personas peligrosas, y eso también incluye a quienes migran. Pero la verdad simple es esta: una persona migrante tiene muchas más probabilidades de ser víctima de violencia que de ser quien la perpetra.
Los inmigrantes son una bendición
Las narrativas son poderosas. Algunas se enfocan en los peligros que supuestamente representan los extranjeros. Una narrativa mucho más verdadera se enfoca en las necesidades de los extranjeros vulnerables. Pero hay aún otra narrativa que veo en lugares clave de la Biblia: los extranjeros son una bendición.
Jesús fue un refugiado en Egipto, e hizo muchos de sus milagros mientras viajaba entre gentiles. Rut dejó su tierra natal, bendijo a Noemí y, a través de su descendencia, a toda la nación de Israel. Jonás, en contra de su voluntad, salvó a Nínive de la destrucción. El misionero Pablo fue expulsado de ciudad en ciudad por causa de la persecución, y en el camino fue sembrando el evangelio. ¡Cuánta bendición!
La historia de Sodoma y Gomorra ilustra claramente para mí las tres narrativas sobre los extranjeros, todas en un solo lugar. Los hombres de Sodoma vieron a los ángeles como personas a las que se podía explotar, o quizá como amenazas. Lot los vio como personas vulnerables que necesitaban ser protegidas. Lo que no sabía era que él era quien realmente necesitaba protección. Los ángeles salvaron a él y a su familia. Lot fue bendecido por las mismas personas a quienes intentó ayudar.
En mi segundo día en Casa Esperanza, un grupo de 50 estudiantes vino de Earth University, una universidad dedicada a la enseñanza de las ciencias agrícolas. La mayoría de los estudiantes eran de África y el Caribe. Muchos de ellos fueron refugiados en el pasado, desplazados de sus países de origen. Ahora estudian nuevas técnicas agrícolas para ayudar a las comunidades que hoy llaman hogar.
Los estudiantes trajeron juegos para los niños migrantes y ropa para donar. Hubo trenzas, pintura de caritas y alguien puso música, lo que dio paso a un baile espontáneo. Vi cómo las sonrisas se dibujaban en los rostros de los migrantes. Algunos parecían no haber sonreído en meses. A medida que los migrantes y los estudiantes se mezclaban en la pista de baile, se hacía cada vez más difícil distinguir entre un grupo y otro.
Las personas migrantes traen bendición de muchas maneras. Juegan un papel crucial en las industrias de la construcción y la agricultura. Es muy probable que hoy hayas sido alimentado y cobijado por manos extranjeras, entre ellas, posiblemente, por personas indocumentadas.
Pero las bendiciones que traen los inmigrantes no pueden reducirse a su utilidad económica. Cuando hablamos de inmigrantes y refugiados, hablamos de nuestros amigos y vecinos, de nuestros compañeros de trabajo y hermanos y hermanas en Cristo.
Mi madre no tiene nietos biológicos, pero ha logrado “adoptar” a casi una docena de niños del vecindario. Hornea galletas con ellos y les lee cuentos. Los lleva a conciertos y al zoológico. Todos son de familias refugiadas que han sido separadas de sus propios abuelos biológicos. Estos nietos adoptivos le traen una inmensa alegría a la vida de mi madre. ¡Tanta bendición!
¿Has sido bendecido por un inmigrante hoy?
Dios envió ángeles a Sodoma para ver cuán malvada era la ciudad. ¿Cómo trataría la ciudad a estos forasteros sospechosos? Me pregunto si Dios todavía envía ángeles para ver cómo los trataremos nosotros. Que nos encuentren dignos de bendición.

SOBRE EL AUTOR:
Micah Schuurman creció en Wheaton, Illinois, y realizó sus estudios en Dordt University y en el Seminario Calvin. Desde hace once años vive en San José, Costa Rica, donde enseña Antiguo Testamento en ESEPA, la Escuela de Estudios Pastorales. Sus intereses particulares incluyen la narrativa bíblica y los salmos de lamento. En su tiempo libre, corre, lee, hornea y colabora con un club de ajedrez para niños de su vecindario.







Comments