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Un Lugar en la Posada: Hospitalidad, Migración y el Rol de la Iglesia

por Joseph Russ, Global Ecumenical Liaison, PC(USA)


"Cuando las políticas gubernamentales siembran división, seamos una iglesia que abrace la hermandad y la bienvenida." Agua Prieta, Sonora, Mexico. Foto for Joseph Russ.
"Cuando las políticas gubernamentales siembran división, seamos una iglesia que abrace la hermandad y la bienvenida." Agua Prieta, Sonora, Mexico. Foto for Joseph Russ.

En 2022, José y su esposa embarazada, María, huyeron de la violencia de las pandillas en El Salvador con la esperanza de solicitar asilo en los Estados Unidos. A María se le permitió entrar al país, pero José fue enviado de regreso a El Salvador. En Estados Unidos, María dio a luz a su segundo hijo, a quien José aún no ha conocido. [1].


José y María habían logrado levantar un pequeño negocio en El Salvador cuando una pandilla comenzó a extorsionarlos. Con el tiempo, ya no podían costear las cuotas de extorsión, pero María había quedado embarazada de su segundo hijo. Estaban llenos de alegría, pero también temerosos del mundo en el que nacería su hijo. No querían abandonar su hogar y nunca imaginaron tener que huir mientras ella aún estaba embarazada. Así que decidieron esperar.


Un día, los pandilleros se presentaron exigiendo el pago y golpearon a José cuando no pudo pagar. Magullado y tirado en el suelo, a José le preocupaba más la seguridad de su esposa e hija que su propio bienestar. Ya no había más tiempo para esperar.


El Salvador. Foto por Joseph Russ.
El Salvador. Foto por Joseph Russ.

Como último recurso, vendieron todo lo que tenían y emprendieron el camino para reunirse con la familia de María en los Estados Unidos. En el trayecto enfrentaron hambre, calor abrasador y frío intenso, además de largos días hacinados en espacios reducidos o expuestos al desierto. Cuando finalmente llegaron a Estados Unidos, se presentaron ante la Patrulla Fronteriza (CBP) para solicitar asilo.


Mientras a su esposa se le permitió entrar al país, José y su hija fueron detenidos, se les negó el derecho a solicitar asilo y fueron subidos a un avión de regreso a El Salvador. José suplicó a los oficiales por un refugio seguro, pero ignoraron sus ruegos y lo enviaron de vuelta, justo donde la pandilla lo estaba buscando. Poco después de su regreso a El Salvador, su esposa dio a luz. La última vez que hablamos, José solo había conocido a su segunda hija por videollamada.


Aunque José y María no son sus nombres reales, no pude evitar pensar en el José y la María bíblicos al escuchar su historia.


Sol sobre el desierto. Foto por Joseph Russ.
Sol sobre el desierto. Foto por Joseph Russ.

Cuando José y María viajaron a Belén, también se les dijo que no había lugar para ellos (Lucas 2:7). El viaje de José y la María embarazada me hizo pensar en los desafíos que debió enfrentar María, solo para escuchar que no había lugar para ellos. Su huida también evocó la de María y José, quienes buscaron refugio en Egipto cuando el rey Herodes ordenó la masacre de los inocentes (Mateo 2:13-18).


Pero en la historia del nacimiento de Jesús, alguien les abrió las puertas. María y José celebraron juntos el nacimiento de su hijo, acompañados por pastores, sabios y ángeles. Escaparon de la violencia de Herodes y salvaron a su hijo. Ahora, dos mil años después, seguimos celebrando esta historia.



Pero en 2022, eso no fue lo que les ocurrió a José y María.


¿Qué habría pasado si la historia bíblica hubiera sido diferente? ¿Si hubieran sido rechazados en Belén? ¿Si María hubiera dado a luz sola? ¿Si a José lo hubieran enviado de regreso y asaltado por bandidos? ¿Si a José y Jesús se les hubiera negado la entrada en Egipto? ¿Separados de María? ¿Enviados de vuelta a un lugar donde se estaban masacrando niños?


Cada año celebramos que la historia no terminó así.


Cuando hablé por última vez con José, aún no había un final feliz para su historia.


Si tomamos en serio las palabras de Jesús en Mateo 25, que dicen: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”, entonces es fundamental entender estas historias juntas. No leemos simplemente una historia en un libro para sentirnos conmovidos emocional o intelectualmente; leemos la Escritura inspirada por Dios y permitimos que nos impulse a la acción (2 Timoteo 3:16-17). El Espíritu Santo nos transforma de tal manera que abrazamos el llamado a la hospitalidad, la solidaridad y la hermandad, porque nuestra fe no exige menos que eso.


Muchas iglesias ya lo hacen. Cuando las políticas de nuestro gobierno dicen: “Aquí no hay lugar para ti”, ellas convierten sótanos y habitaciones vacías en refugios para quienes buscan asilo y abren sus espacios de culto y comunidad a quienes huyen de la violencia o luchan por el futuro de sus hijos. Leen la historia de María y José, y cuando José y María llaman a la puerta, les hacen un lugar.


Let us live as brothers. Photo by Joseph Russ.
Let us live as brothers. Photo by Joseph Russ.

La administración actual concedió recientemente permiso a ICE para realizar redadas en iglesias, y debemos denunciar esto por lo que es: injusticia, crueldad y pecado. Cerrar las puertas de nuestro país a José y María cuando Jesús nos llama a acoger al extranjero (Hebreos 13:2) es cerrar las puertas a Cristo en nombre de los ídolos de la supremacía blanca, el nacionalismo y el excepcionalismo estadounidense.


En respuesta, más de 30 comunidades de fe han presentado dos demandas contra el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), la Patrulla Fronteriza (CBP) y ICE, argumentando que esta nueva política infringe su libertad religiosa. La demanda Mennonite Church USA contra el Departamento de Seguridad Nacional de los EE. UU. afirma que “acoger al extranjero, o inmigrante, es así un principio central de sus prácticas de fe.”


En febrero, un juez concedió la orden judicial preliminar en la otra demanda, liderada por los Cuáqueros, lo cual impide que ICE realice redadas en lugares de culto pertenecientes a los grupos nombrados en la demanda. En contraste, la moción de orden judicial preliminar en la demanda presentada por los Menonitas fue rechazada en abril, lo que significa que, hasta que se resuelva el caso, ICE tiene libertad para realizar redadas en otras casas de culto. Según la jueza federal que dictó sentencia en el caso, no está claro que este cambio específico de política sea responsable de la disminución de la asistencia o participación en programas sociales. Como escribió: “Esa evidencia sugiere que los congregantes se están quedando en casa para evitar encontrarse con ICE en sus propios vecindarios, no porque las iglesias o sinagogas sean lugares de mayor riesgo.


Sin embargo, incluso frente a estos obstáculos y riesgos, las iglesias y otras comunidades de fe continúan esforzándose por construir comunidades de acogida, santuario y hermandad.


Este es el tipo de fe que inspira Jesús.


Este es el tipo de fe que inspiran José y María.


Cuando le pregunté a José qué era lo que más quería que la gente entendiera sobre su historia, me dijo: “Es muy duro cuando te cierran la puerta en la cara. Después de todo el viaje, todo el sufrimiento que uno pasa.”


Seamos una Iglesia que abre sus puertas.


Cuando decimos que hay un lugar para José y María, decimos que hay un lugar para Cristo.


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SOBRE EL AUTOR:

Joseph Russ has lived in El Salvador for 8 years, where he has facilitated human rights education programs at Cristosal, studied returnees’ faith experience at the Universidad Centroamericana José Simeón Cañas and co-founded the Santa Marta Center, a support center for LGBTIQ+ people in Central America. He holds a BA in Religion from the University of Southern California and a Master’s in Latin American Theology from the Universidad Centroamericana. He works for the PC(USA) as a Global Ecumenical Liaison.


Notas finales:

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